EDITORIAL: EL PUENTE SE HA QUEBRADO

En la actualidad se debate el tema de ciudades sostenibles y sustentables, todo el mundo habla de ello, en la academia Guayaquileña, en las ONG ambientalistas, la CEPAL y los Foros anuales donde esta asiste y a pesar de todo, para un pequeño grupo de “Guayaquileños” es preferible desmontar una obra que conecta al Centro de Guayaquil -caminando en no más de veinte minutos-, con una zona protegida y que alberga una diversidad de fauna y flora y que cuenta con una infraestructura de viviendas que permite a su población vivir dignamente con bienestar (debe tener asesoría, mantenimiento y mejoras), y que durante cinco años fue uno de los atractivos turísticos locales de nosotros los que recorremos nuestra ciudad en vez de exigir a la autoridad del control fluvial explicaciones y sanciones a quienes son responsables directamente o indirectamente de los siniestros contra la infraestructura, realizan declaraciones que van contra Los Objetivo De Desarrollo Sostenible ODS 2030.
Los detractores de la obra han esgrimido razones entre las cuales están “que el puente no debe estar allí porque dificulta la navegación y promueve la sedimentación” con ese argumento tendríamos que demoler el puente de la unidad Nacional y los recién construidos puentes sobre el rio Daule que unen a Guayaquil con Samborondón. No deja de fomentar sospechas el que durante algunos años no haya habido accidentes y que de un tiempo acá existan los mismos, sin que la ciudadanía conozca los resultados de la investigación de los hechos y de los resarcimientos de los costos de reparación.
Que paradójico resulta escuchar sobre El barrio Campo Alegre de la parroquia del Morro del cantón Guayaquil, el cual cuenta con un proyecto para volverse una localidad sostenible y sustentable; carecen de la gran infraestructura que tiene la Isla Santay, y que a la misma la hace ser lo que ellos pretenden (un comunidad sustentable y sostenible en el tiempo), mientras ellos van en un proyecto (y bien por los habitantes de la parroquia el Morro), la comunidad de la Isla Santay es una realidad que no estamos como sociedad protegiendo ante errores, fallos humanos y visiones alejadas de la perspectiva de sociedades sustentables y sostenibles hasta el 2030.
Kayda Rivera gestora Social del barrio Campo Alegre de la parroquia rural del Morro del Cantón Guayaquil nos dice en el programa Mesa de Análisis Agronomía y Desarrollo que están iniciando con la implementación de un proyecto denominado “campo alegre barrio verde” cuyo objetivo es perdurar en el tiempo con dicho proyecto. Tiene como gran atractivo y como posicionamiento geográfico al Cerro del Muerto, al cual para acceder deben de pasar por el barrio Campo alegre, además que tienen un lugar separado de la cabecera urbana del Morro ( al igual que los habitantes de la Isla Santay todos son familias conocida). Campo Alegre tiene festivales que son icónicos que ya tienen años y que lo hace sostenible y que cuentan una historia, cuentan los que el barrio Campo alegre ha sido a través del tiempo y que ahora gracias a su armonía social, tienen enormes eventos que ahora llaman el interés de la comunidad.
Para concluir, la Isla Santay tiene sus festivales de la comida criolla y cuenta con una población de cocodrilos, iguanas, garzas y una infraestructura de ciclo vía que la hace una comunidad con posicionamiento de ecoturismo y que a la misma se la puede acceder desde el cantón satélite de Guayaquil como es Durán a través de otro puente que complementa la gran obra. Es hora que el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, Ministerio del ambiente, El Ministerio de Turismo, el gremio empresarial turístico de Guayaquil, la Academia Guayaquileña hagan ver el error de cercenar a la Isla Santay de su infraestructura que la hizo y la hace potencialmente sustentable como comunidad.